Reivindiquemos la matronería en Chile

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En los últimos días hemos conocido el dictamen de la Contraloría General de la República que invalida la aplicación de la Normativa 21 y ratifica, por tanto, que las labores profesionales al interior de las unidades de Neonatología, Obstetricia y Ginecología de los hospitales del país no son de exclusivo ejercicio y competencia de las matronas y los matrones.

Esto abre la posibilidad a que otros profesionales de la Salud puedan desempeñarse en un campo que al menos en Chile le ha pertenecido a la matronería por más de 180 años, hecho que no solo implica un enorme daño a la dignidad de quienes desempeñan esta profesión sino, también, un serio riesgo para el bienestar de miles de mujeres y de niños a quienes se brinda una atención especializada en ese tipo de unidades.

El arte de la matronería es una de las prácticas más antiguas en salud, ya que se remonta a las primeras expresiones del quehacer humano. En nuestro país la formación profesional de matronas y matrones data de 1834, cuando la atención del parto era a domicilio o en hospitales de que eran administrados por órdenes religiosas. La primera maternidad atendida por matronas profesionales fue la del Hospital San Borja, en 1875. Es así como durante las primeras décadas del siglo XX estas últimas cumplieron un importante rol social y sanitario, al colaborar en la disminución de las altas tasas mortalidad materna y de recién nacidos que para entonces registraba nuestro país, además de fortalecer el cuidado de las mujeres durante todo su ciclo vital.

En la actualidad, se puede destacar que la formación de matronas y matrones universitaria ha contribuido a elevar los estándares chilenos en estos aspectos.

Los indicadores así lo demuestran, ya que Chile exhibe hoy cifras similares a países desarrollados de Norteamérica y Europa: la mortalidad materna es la segunda más baja de Latinoamérica (1,6 por 10 mil recién nacidos vivos), la mortalidad infantil es de 7,02 por mil recién nacidos vivos y la mortalidad neonatal de apenas 5,1 por cada mil recién nacidos vivos. Por otra parte, la atención profesional del parto llega al 99,8%.

Estas cifras dan cuenta del destacado rol que ejerce el profesional de la matronería en ámbitos tan diversos como son la salud sexual y reproductiva, salud ginecológica, salud familiar y comunitaria o en el cuidado integral del recién nacido sano, prematuro y enfermo, situación que como sociedad nos ubica en un lugar de privilegio a nivel mundial.

En cuanto a la formación, cabe señalar que la carrera de Obstetricia y Puericultura posee exclusividad universitaria, con una duración de 5 años y un total de 8.100 horas y un currículum con enfoque científico humanista que habilita a los egresados de este a brindar atención integral centrada en el ser humano, su familia y su entorno.

Por todo lo anterior, llamamos a las autoridades sanitarias a reivindicar y reconocer las competencias profesionales y el rol fundamental que cumple los profesionales matrona y matrón en nuestra sociedad.

Paula Oyarzún Andrades | Directora Escuela de Obstetricia y Puericultura Universidad de Valparaíso

Vía: El Mercurio de Valparaíso
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